Infante de Marina erradica los rastros de la violencia por la memoria de su madre
Ronald Mauricio Chávez Guerrero, es un Infante de Marina Profesional al que la guerra le arrebató su madre, pero no la voluntad para cumplir el sueño de portar con honor el uniforme de la Armada de Colombia.
16 años después de ser víctima de la violencia que arremetió en la vereda Las Piedras, por parte del Frente 35 de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en honor a su mamá recorre las zonas que alguna vez estuvieron plagadas de zozobra para adelantar labores de despeje de minas antipersonal, en las que destierra miedos para sembrar paz y tranquilidad entre los habitantes de los Montes de María.
Yanidis Del Carmen Guerrero Márquez, su ejemplo a seguir, era una campesina y madre comunitaria de 42 años, a la que un grupo de hombres armados le cegaron sus sueños delante de tres de sus siete hijos en una tarde de viernes del año 2004 impactando en contra de su humanidad en ocho oportunidades.
Con la excusa de pedir un vaso de agua, los sujetos entraron por la parte trasera de su casa, irrumpieron la tranquilidad de su hogar mientras Yanidis preparaba la cena para su familia, pues la acusaban de brindar información a las Fuerzas Militares, debido a que los Infantes de Marina y Soldados que patrullaban las calles de esta vereda ubicada en zona rural del municipio de Tolúviejo – Sucre, frecuentaban su pequeña e improvisada tienda en las que les calmaba la sed con unos deliciosos bolis de fruta y chicha que ella misma preparaba.
Llenos de temor, tras la repentina y dolorosa muerte de su madre, Ronald Maurico y sus seis hermanos vendieron la casa por 200 mil pesos y huyendo de la violencia se desplazaron a varias ciudades del país entre ellas Barranquilla, Bogotá y Sincelejo.
Después de un año de la partida de Yanidis, Chávez recordó aquella promesa que le había hecho a su mamá antes de morir, ser militar y servirle con orgullo a su país. “Ella me dijo, yo quiero verte algún día con un camuflado, mi sueño es verte vestido de militar y yo le cumplí ese deseo”, narra con sus ojos llenos de amor el hoy Infante de Marina Profesional Chávez Guerrero Ronald Mauricio, quien todas las mañanas la recuerda al ponerse con orgullo y honor su uniforme.
Un día fue a la ciudad de Cartagena a visitar a una de sus hermanas y observó una valla en la vía pública que llamó mucho su atención, “Hazte Marino”. Fue en ese momento cuando Chávez empezó a indagar todo lo relacionado con la Armada de Colombia y decidió prestar su servicio militar en la institución naval. Aunque su hermana no quería por temor a que algo le fuera a suceder, el recordó su promesa y sabía que desde algún lugar su mamá lo observaría y cuidaría de él.
No fue una tarea sencilla, pues era algo totalmente nuevo para él, en el Oriente colombiano región donde prestó su servicio militar, aprendió a ser disciplinado, responsable, a cuidar sus cosas y sobre todo aprendió a amar a la patria. Cuenta que por su excelente servicio, logró ganarse la medalla Juan Bautista Solarte Obando, distinción que es entregada a los Infantes de Marina Regulares o Bachilleres que se destacan por su excelente conducta, virtudes militares, iniciativa e interés durante el tiempo que prestan su servicio.
Al culminar este ciclo y luego de reunir algunos ahorros, se presentó nuevamente a la Armada de Colombia, esta vez como Infante de Marina Profesional. Su dedicación y sobresaliente trabajo fue un motivo para que sus superiores lo seleccionaran para ser parte del primer pelotón que conformaría la Compañía de Desminado Humanitario, desde donde entonces ha venido desarrollando una de las misiones más complejas, que implica mucha disciplina y concentración, pues cualquier descuido puede significar la muerte, tal como coloquialmente lo dicen los integrantes de este selecto grupo “el primer error es el último”.
El Infante de Marina Profesional Chávez, cuenta con orgullo como durante 13 años ha venido recorriendo los municipios de la subregión de los Montes de María. “Gracias a Dios a mí me gusta esto, me gusta lo que es desminado, ayudar las personas, ayudar a la comunidad porque este fue un flagelo donde los grupos al margen de la ley acabaron con los campesinos, colocando minas antipersonas en todos los municipios de los Montes de María, afectando el progreso de nuestra gente. Y es de esta manera cómo puedo contribuir al desarrollo de esta región, poniendo al servicio de mi pueblo mis capacidades, conocimientos y experiencias, para entregar territorios descontaminados, libres de minas antipersonas. Entonces es una labor muy bonita que me llena de regocijo porque estoy ayudando a los demás con mi trabajo”, afirmó.
Además de doña Yanidis, Cháves tiene una nueva motivación para seguir protegiendo el azul de la bandera, su nueva familia. Vive en la ciudad de Sincelejo con su esposa y tres hijos Randy de 12 años, Ronnys de 4 años y Roland de tres años, quienes se han convertido en el motor para seguir haciendo las cosas correctamente y prueba de ello fueron fue el gran apoyo que él y sus compañeros recibieron en el año 2006 por parte de empresas de la región en reconocimiento a la ardua labor de desminado Humanitario, lo cual le permitió construir su nueva vivienda.
Y aunque ya han pasado más de 16 años de aquella tragedia, en el alma y memoria de Chávez aún quedan secuelas de la violencia, especialmente por estos días en los que se celebra el día de las madres. “Mi Corazón no ha sanado del todo, me duele la injusticia cometida por estos grupos, la crueldad con la que asesinaron a mi mamá, se acerca el día de las madres y no tengo a quien abrazar ni a quien darle un obsequio, es muy duro”, sentenció. Sin embargo, Chávez guarda los mejores recuerdos de su madre, la recuerda como esa mujer humilde, emprendedora, luchadora, incansable y extrovertida que siempre la caracterizó.