Sincelejo, un parador para conductores de tractocamión
Los quince años que lleva en su ardua labor como conductor de tractomula, le da licencia a don Arturo Ruiz, para frenar en este parador ubicado en la zona del Maizal en Sincelejo.
Luego de haber recorrido miles de kilómetros, por su permanencia en el oficio y de rodar por las carreteras del país, un pequeño descanso es meritorio para disfrutar de la gastronomía que ofrecen los restaurantes de la región sabana.
«Estamos aquí en el lago, aquí ahorita nos tomamos un mote de queso con arroz, el patrón aquí nos cobró, siete mil pesos, hasta para usted que no es conductor», expresa Arturo Ruiz.
Después de deleitarse con el plato típico más representativo de la gastronomía de Sucre, le saca un buen jugo a La Maracuyá, como apoda a su tractomula, compañera permanente de viaje.
«Es como tu tener un hijo, tu tiene un hijo, una hija y tú le colocas el nombre con cariño, cómo un perrito, porque le coges cariño y amor», refiere Arturo Ruiz.
Sin tanto bullicio, la buena labor de estos actores viales, es admirada más que todo por las poblaciones damnificadas en épocas de emergencias, cuando con sus cornetas alientan a las comunidades con la llegada de ayudas humanitarias.
«Llevar la comida en las emergencias a esas partes es muy bonito y que uno sea el protagonista de llevar, como cuando el covid que uno llevaba la vacuna, eso es muy bacano», refiere.
Otro conductor de tractocamion que lleva rumbo diferente, pero con acierto en sus gustos gastronómicos, coinciden en el paradero para degustar su paladar con un buen sazón sabanero.
«Aquí en el restaurante el lago venden variedad de comida, nos tomamos un motesito de queso con arrocito y varias cosas que venden acá, carnesita, venden variedades de comidas» dice Luigi López, conductor de tractocamion.
Debido a las adversidades que les arroja las carreteras, su padre como buen conductor retirado del oficio, le aconsejaba que estudiara una carrera, sin embargo no fueron completos sus estudios pero se considera un gran profesional del timón.
«Si claro me decía que era mejor un lápiz, que una pala o que un timón, muchísimas veces me ha tocado cosas duras en carretera como una varada y me acuerdo de eso pero ajá, eso fue lo que me gustó y lo recibo con amor cuando me toca», asegura el conductor.
Estos conductores dan la vida por sus tractomulas, y si volvieran a nacer no dudarían en morir por agarran de nuevo un timón, para seguir recorriendo los kilómetros que les brinda las carreteras del país.