A punta de costuras sacó a su familia adelante
Entre puntadas y costuras doña Olga Herrera ha pasado la mayor parte de su vida frente a su máquina de coser, hilando y tejiendo toda clase de ropa para satisfacer las necesidades de su distinguida clientela que encuentran en ella una solución para arreglar sus prendas de vestir.
«El día a día de una costurera si es ama de casa, atender las labores y atender los clientes cuando vienen. A veces viene una persona solicita un servicio de pegar un cierre de inmediato, entonces uno tiene que inmediatamente responder a la persona si puede en el instante porque muchas veces uno está haciendo las cosas y uno no puede», expresa Olga Herrera, modista.
Dice que todos los días de su vida aplica sus saberes en la confección desde su pequeño taller ubicado en su vivienda, aunque no gana mucho, la satisfacción es remunerada con la sonrisa de sus clientes que se llevan sus prendas viejas como nuevas y dispuestas a lucirlas por mucho más tiempo.
«Cansa mucho la espalda, los brazos porque es un trabajo muy duro y la remuneración es muy poca, porque en estos casos cuando no se tiene un taller establecido correctamente porque uno no cobra vitrina, no cobra lujos, sino es el remiendo», dice doña
Olga Herrera, modista.
Esos remiendos le generan ingresos entre cinco y diez mil pesos diarios, aunque hay meses que sus costuras se escasean y las madejas de hilos devanan en su fe y esperanza.
«Hay meses que no se uno gana cien pesos, como hay meses que uno se gana cien, doscientos mil pesos, cincuenta mil, treinta mil, dependiendo los eventos que haya porque si la gente compra ropa le manda a cortar las botas, a cogerle de ancho las blusas, los vestidos, los pantalones, eso es el día a día de una costurera, cómo se puede ganar cincuenta mil pesos en un día se puede ganar cero en un mes», asegura doña
Olga Herrera, modista.
Con su hermosa labor de vestir y rodeada de ropa, asegura que sacó adelante a nueve hijos nacidos de sus entrañas y adoptó a tres más, para dejar un legado en las nuevas y futuras generaciones.
«He querido enseñarle a mis hijas, todas ellas saben porque logré aprender esta belleza de arte, saber de qué uno con la tela hace maravilla, hace bolsos, hace cuadros, hace tapetes, muñecas y muchas manualidades, si hay una de ellas que cose para ella y para su familia, sus nietas, su hijas, otra de ellas también una de las gemelas también tiene su máquina y también cose, le llevan su remiendo y si está desocupada ella lo hace y no es que lo tenga de arte pero si lo han aprendido», expresa doña Olga Herrera, modista.
A sus 77 años, expresa que seguirá sentada frente a su máquina de coser hasta que Dios se lo permita y continuar arreglando las prendas y vistiendo a sus confiables clientes.