Vivencias y experiencias de épocas otroras añoran los abuelos de hoy
A paso lente camina doña Emilse Álvarez Pertúz, por el patio de su humilde vivienda ubicada en el barrio Medellín en Sincelejo, dejando atrás las huellas de su infancia que estuvo marcada por sacrificio y de muchos obstáculos para poder sobrevivir en medio de la pobreza.
Dice que desde niña le tocó trabajar en diversos emprendimientos que se reinventada su madre, para poder obtener el pan de cada día y así tener la comida en su mesa.
«Yo salía a vender pasteles, fritos, me ponían hacer todo eso y había mucho invierno cuando yo estaba pequeña me ponían era hacer oficio, entonces yo vendía y salía en medio de las lluvias esos caminos bien malos y los camiones se atrancaban», dice doña Emilse Álvarez, habitante de Sincelejo.
Sin embargo, asegura que la crianza que le dieron sus padres le sirvió para poder afrontar la vida desde otra perspectiva, pese a que no le dieron estudios supo sortear sus caminos.
«Me sirvió esa crianza para defenderme, lo que fue que no me pusieron nunca a un año de colegio, sino era trabajar y así pasaba, iba arriar agua de los pozos, eso era en Sampués», asegura doña Emilse.
Desde la ventana de su alma, siempre añoraba un regalo de navidad todos los diciembre. Aguinaldo que nunca entraba por la puerta de su casa y se quedaba en la ilusión del niño Dios.
«Yo recuerdo que no veía un regalo bueno que me trajera el niño Dios y me quedaba esperando y no traía nada el niño Dios y yo con alegría que el niño Dios me trajera un regalo», refiere doña Emilse.
Como buena feligrés, con fe y esperanza se aferra a la virgen de Carmen, al Corazón de Jesús y al Milagroso de la Villa de San Benito, para seguir respetando la época de semana Santa como en tiempos de otrora hasta que Dios se lo permita.
«La vida de antes era mejor, porque uno salía por los caminos y no le pasaba nada, no era peligroso, en tiempo de semana Santa uno respetaba porque le hacía caso a la persona, a la mamá, al papá, y le decían no puede salir y uno salía porque te va a salir el diablo como no hagas caso, entonces uno no salía», dice doña Emilse.
Doña Emilse asegura que a lo largo de sus 78 años le dio vuelta a su vida, dejando atrás las huellas de la infancia que hoy recuerda con mucho orgullo para seguir caminando a paso lento los años que le quedan por vivir al lado de su familia.