El Cumbamba. Un testigo de la democracia y guardián de la misma
Por: Emilio Gutiérrez Yance
A lo largo de 38 años de servicio policial, el agente Pedro Salcedo Ramos, un rolo con corazón costeño, conocido por sus compañeros como “El Cumbamba” ha sido testigo y protagonista de las complejas jornadas electorales en Colombia. Desde tiempos violentos hasta la actualidad, su dedicación y valentía son ejemplo para la fuerza pública.
Desde el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento en 1989, Salcedo Ramos, ha enfrentado amenazas y peligros al custodiar y trasladar la votación en una región marcada por el narcotráfico y la guerrilla.
El año era 1989, el país estaba sumido en una tensión palpable, y el recuerdo del asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento seguía fresco en la memoria colectiva. Pedro Salcedo Ramos, un valiente agente de la Policía, se encontraba en El Carmen de Bolívar, un lugar donde la democracia misma parecía tambalear por la amenaza constante de grupos armados ilegales y en medio de este ambiente peligroso, asumió la responsabilidad de custodiar el traslado de votos, marcando el comienzo de una carrera que lo convertiría en un símbolo de la valentía en tiempos electorales.
“El Cumbamba” no solo ha sido un testigo de la democracia colombiana, sino un guardián de la misma en una región particularmente conflictiva como la subregión Montes de María, donde el desplazamiento en medio de ataques a la fuerza pública era una constante, su labor no ha estado exenta de peligros, las amenazas han sido una presencia constante en su vida, pero su compromiso con el deber no ha vacilado y sigue firme como un roble, actualmente, despliega su valiosa experiencia en la logística para los uniformados, manejando camiones y asegurando que la fuerza pública cuente con los recursos necesarios para garantizar la seguridad en las elecciones.
El agente ya casi a punto de jubilarse ha sido testigo de la elección de presidentes que han marcado la historia de Colombia: Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque y Gustavo Petro. A lo largo de los años, ha visto cambios políticos, desafíos y triunfos, pero su determinación y compromiso han permanecido inquebrantables en cada territorio donde ha prestado servicio.
La historia de “El Cumbamba” es una narración de sacrificio, disciplina, dedicación y valentía. Su incansable servicio en las jornadas electorales ha contribuido a preservar la democracia en Colombia en momentos críticos de su historia. A pesar de las amenazas y los peligros, sigue adelante con su labor con la firme convicción de que cada voto cuenta y que la democracia es un valor que vale la pena proteger.
Don Pedro, se define como una persona, alegre, descomplicada, comprometida, solidaria, responsable, disciplinada y cumplidora de sus deberes. Recuerda que Ingresó a la Policía en junio de 1983, se presentó en Bogotá, de allá se vino para Cartagena de Indias y recorrió varias poblaciones de los Montes de María cuando la violencia comenzaba a recrudecerse por cuenta de las acciones terroristas de la extinta guerrilla de las FARC, escalada en la que vio morir a varios de sus compañeros.
Su cara parece de esos policías malos que salen en las películas, pero es un hombre noble y bondadoso, El viejo “Cumbamba”, como lo llaman sus amigos Policías y quien porta con orgullo el uniforme verde oliva, es de la época cuando aún la televisión era en blanco y negro, recuerda que veía películas de Cantinflas, Capulina, El Santo y el Llanero Solitario. Desde esa época le gusta escuchar la música de Leonardo Fabio, Leo Dan entre otros reconocidos artistas de la época que lo ponen a soñar y evocar el pasado, ese tiempo que como dice la canción vallenata se ha convertido en su peor enemigo porque al final se está llevando hasta su propia vida. “Si me toca moriré feliz portando mi uniforme verde”.
Hoy, es un ejemplo viviente de servicio y compromiso. Su experiencia y valentía continúan inspirando a las nuevas generaciones de policías y a todos aquellos que participan en el proceso democrático en Colombia. “Cumbamba” nos recuerda que, a pesar de los desafíos, la democracia perdura gracias a héroes anónimos como él, dispuestos a enfrentar cualquier obstáculo en nombre de la justicia y la libertad. Su legado perdurará como un faro de esperanza en la historia electoral de Colombia y sus territorios.