Un pueblo que cada vez se desangra más
Por Mariana Medina
Estudiante, Ciencia Política, UdeA.Semillero de Investigación, Itaca, Ciencia Política.
«Creo que, si uno vive en este país, tiene una tarea fundamental que es transformarlo”
Jaime Garzón
Mientras el pueblo colombiano pide a gritos ayudas al gobierno, este se hace el de las orejas sordas. Las clases medias y populares del país vuelven a pasar uno de sus momentos más agrios y una de las experiencias más amargas. ¿Cuándo las clases medias y populares de Colombia han podido vivir un país mejor y en condiciones de calidad de vida al menos decentes?.
No hay relación en términos de los avances y los progresos infraestructurales y tecnológicos y es notable que cada vez más retrocedemos en relación a la calidad de vida en lo personal y colectivo y vulnerados los derechos entre otros a la posibilidad de atisbar un futuro menos ilusorio y más realizable.
“No hay documento de la civilización que al mismo tiempo no sea de la barbarie”, admitió el pensador Alemán Walter Benjamín, habría que agregar, “no hay reformismo en Colombia que en lo jurídico y político no cause violencia, o genere tragedias o catástrofes si se examina nuestra historia en doscientos años, justamente este año celebramos nuestro nacimiento republicano con la reunión constituyente de la Villa del Rosario de Cúcuta del 6 de mayo al 14 de octubre. Estamos en ese otro momento no menos crítico en nuestro país que 1903, 1929, 1948, 1957, 1990, y vamos hacia lo peor que no es de asombrar. Para agregar a nuestras tragedias, esa amarga circunstancia de la sal en la herida, el actual gobierno no solamente ha sido indiferente (¿premeditadamente o con inteligencia?) y empeñado con obstinación en supuestamente en generar políticas públicas que puedan solventar la crisis social causada por la Pandemia (esa es la excusa, siendo un problema estructural de la sociedad colombiana, ya que la pobreza y la desigualdad no surgieron en marzo del año pasado ni los causó el virus mortal de un murciélago que se expandió planetariamente), no se ve cómo al acabar este infausto gobierno, se reduzcan la desigualdad y brechas de pobreza. Según datos del DANE la tasa de desempleo alcanzó el 15,9%, cifra récord si se compara con años anteriores. Por otro lado, se dio un alza que es miserable, por no decir lo menos en la capacidad de sobrevivencia de los colombianos con un salario mínimo que subió apena el 3,5% que equivaldría a 30.723 pesos y el costo de la vida y también la inflación en todo el territorio duplica y triplica ese porcentaje sin ningún límite y sin ninguna voluntad de desacelerar. No siendo suficiente todo lo anterior descrito, un nueva reforma tributaria (la tercera del gobierno Duque), tiene la pretensión de cubrir el hueco fiscal del Estado, que según sus propagandistas se ha debido a la Pandemia – (se reitera en los medios y en los canales privados de comunicación que son los altavoces de la Casa de Nariño, Caracol y RCN, con la intención de distraer y adormecer más a la ya atribulada y vilmente hipnotizada por sus líderes incompetentes de turno)-, con gravámenes que tocarán la canasta familiar y otros productos de primera necesidad con un agregado al IVA del 19%, esto no es más que una estocada más, y si el coronavirus no da tregua, si que es cierto que este nuevo golpe para el pueblo es otro virus peor pero que mata lentamente, la injusticia del alza de impuestos.
Algunas de las propuestas del presidente Iván Duque ¿Quizás todas? en campaña presidencial han sido llanamente mentiras, y la mayoría las ha revertido plenamente. Mientras en sus discursos expresaba una rotunda oposición a una reforma tributaria, ahora aplicó la misma que criticó en su campaña, lo que según algunos expertos, hará desclasar a las ya maltrechas clases medias y de otro lado, ¿qué más pueden esperar los más pobres bajo esas circunstancias de la nueva por discutir en el Congreso, reforma tributaria? Vilmente atropellada la pandemia, el actual gobierno actúa como el verdugo que mata y tiene que rematar. Un gravamen del 19% con el IVA, a algunos productos de la canasta familiar, (huevos, café, sal, leche) alimentos indispensables en la nutrición del colombiano resulta una condena anticipaba de muerte, peor que la contaminación del coronavirus. A todo ello, el día 18 de abril, el así mal llamado honorable dizque Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla Barrera (éste sí que ha sido una barrera para las clases medias y pobres del país) en una entrevista, aseguró que “una docena de huevos costaba 1800 pesos”, no cabe más que indignación, ira y hasta vergüenza ¡Y esos son los que manejan la economía del país!, ¿qué se puede esperar? ¿En qué planeta vive el señor ministro?, seguro no es ni la tierra, ni naturalmente Colombia. No es presumible, menos aún, será asombroso, de qué modo la reforma tributaria generará un detrimento principalmente para el campo, se deteriorará más (como que ya está en agonía el sector de la salud y sin duda la educación se verá afectada como la capacidad de sobrevivencia y de acaso un medio decente calidad de vida de las clases medias y populares de nuestro país.
A la par que sucede esto en el plano de la cotidianidad urbana de nuestro país, las violencias, las masacres y los asesinatos campean en los campos, y estos señores que se rompen los pulmones (no por el virus) sino que aúllan con democracia y un gobierno de la gente y para la gente, agencian la guerra, protegen a las grandes empresas, al sector bancario y financiero y por supuesto a las grandes potencias y al FMI, mientras esa protección es casi obsesiva y neurótica, se desprotegen los propios ciudadanos (nuestras clases sociales vulneradas que sostienen al país), se gravan los productos y servicios colocándoles impuestos con IVA, siendo muchos de esos productor necesarios para la vivencia con mediana calidad de nuestras gentes y fundamentales para lograr la construcción de una igualdad social.
Por otro lado, el gasto de las fuerzas militares se mantiene intacto, la compra de armamento y de armas para el monopolio de la violencia del Estado como diría el sociólogo Max Weber incrementa y es el sector menos afectado en los gravámenes (pese a que el uso de las armas para el control territorial por dichas fuerzas son tan o más perjudiciales que el coronavirus, basta ver las estadísticas de los asesinatos de líderes sociales en el país en años) y es exigente recabar además que las fuerzas armadas de Colombia reciben grandes ayudas del exterior, especialmente de los Estados Unidos en su lucha dizque contra el narcotráfico y los narcóticos, y por el contrario se les brindan las condiciones más óptimas de inversión en nuestra nación, y están exentas de la reforma tributaria ¿Qué se coligue del modo de actuar del actual gobierno?, sin duda, como diría Maquiavelo, mantener el poder, pues viene el próximo año un proceso electoral, y actúa como la zorra y el león, el asunto es que se disfraza de zorra para ser un León, que lo único que nos deja en claro es que este actual gobierno no busca el beneficiar a las clases medias y populares, a los jóvenes, a los adultos mayores, en general a nuestras clases vulneradas y vulnerables, que día a día lucha por salir adelante.
Como diría Bolívar, cuando “la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”, cuando todas las injusticias se hacen ley en la crueldad y la violencia, los ciudadanos tenemos el derecho a protestar y la inconformidad con conciencia y razonablemente hacerse pública. Este año Colombia cumple 200 años de su nacimiento formal con la Constitución de Cúcuta de 1821 y no se ve de qué modo pese a las buenas intenciones de republicanismo, se hayan derrumbado el despotismo y los abusos del poder de los gobiernos.
A raíz de todo lo que comentamos con anterioridad, se ha propuesto un Paro Nacional el 28 de abril, que algunos ya plantean como indefinido como el congresista Gustavo Bolívar, y este paro nacional para no solamente está dirigido a rechazar la reforma tributaria, y es que no es para menos, será la ocasión para que las clases más golpeadas del país, pese a los encierros y las cuarentenas en acordeón o permanentes, nos sacudamos de la impotencia y que alcemos la voz contra la corrupción que es más cruel y más violenta que el mismo coronavirus en el país, oponerse contra los abusos del poder, y exigir una educación con calidad y con infraestructura y recursos, además es necesario inversión social y de cantidad y calidad en el campo, un sistema de salud que ha colapsado requiere igualmente más presupuesto y en fin, todo apunta a que la Pandemia la ha sabido usar deplorablemente el gobierno, quien la ha aprovechado por eso lo que queda es alzar la voz de rechazo en esta tierra donde el pueblo cada vez más se desangra.